Los Fantasmas también bailan claqué

La noche, fría y húmeda por la lluvia previa del día, desprendía su olor característico. La serenidad nocturna, adormitaba los espíritus humanos apagando los sonidos provenientes de sus pasos, sus voces y sus autos.

Mientras hablaba a la distancia con su enamorada, como lo había hecho desde aquel 17 de julio, en uno de esos momentos de confusión provocado por las conexiones satelitales, ella mencionó por primera vez el claqué.

-¡Que sí! ¿No lo oyes?

Son unos soniditos tímidos que golpetean alguna superficie, son casi imperceptibles, pero yo si los oigo.

La comunicación se perdía.

Ella seguía mencionando el sonido del claqué y los fantasmas que lo bailaban.

El negaba el claqué y por supuesto a los fantasmas que lo bailaban.

La plática tomaba direcciones diversas alcanzando puntos de absoluta dulzura, belleza y verdad. Entre besos que volaban y se postraban en las mejillas y labios del otro, las caricias que rozaban sus cabellos y las miradas que se perdían en las profundidades de las pupilas contrarias, creando ambientes multicolores en las conversaciones a distancia, que sólo ellos podían percibir a través de la entre cortada comunicación, así, se alcanzó la perfección absoluta.

De pronto, el viento comenzaba a impacientarse, meciendo las ramas y junto con ellas su sueño.

-Besos. Hablamos pronto. Un te amo y todo quedó en silencio.-

Él no dejaba de pensar en ella. Cuando cerró los ojos, escuchó al fondo, junto al viento la vocecita de su amada que lo mecía dulcemente.

Sonrió. Suspiró y se giró para dar paso al sueño.

Tímidamente y a la distancia, el tema del claqué y la voz de su amada lo hicieron soñar las más hermosas figuras llenas de luz y palabras doradas.

En el fondo del todo, escondido entre las figuras luminosas y las doradas palabras, sobre un pequeño escenario de madera apenas iluminado, 2 corazones fantasma bailaban claqué.

Tentó el suave césped que aparecía, según donde pisara, con la punta de los dedos y se sentó pensando que jamás se había sentido tan cómodo y pleno. Pasó largo tiempo de su sueño sentado, contemplando embelesado la figura traslúcida de aquellos corazones que bailaban claqué enamorados.

Al despertar de aquel sueño, con un sentimiento de felicidad absoluto, murmuró sabiendo que ella lo escucharía a la distancia:

Somos esos corazones, mi amor, unidos entre sueño y realidad, esos corazones de fantasmas a temporales que por cierto, también bailan claqué....

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