El Club de los doce. Vino francés

Torino, Italia. Un caso más se ha confirmado del asesino que ha sacudido esta tranquila ciudad piemontesa, la víctima fue sorprendida con una serie de agujeros en el cuerpo, los ojos aplastados y recostado sobre las vías de la estación de trenes de Porta Susa.

...Cómo odio la forma en que describen los periodistas los asesinatos, pareciése como si no tuvieran corazón y retrataran los eventos e hicieran narraciones extraordinarias sobre ellos sin haber estudiado si quiera el arte de matar. Me ofende que hayan tratado la delicadeza con la que asesiné a ese hombre a manera de resumen escolar.

Mientras me sirvo otra copa de vino tinto y saboreo una agradable y tradicional cena italiana con este frío clima de Enero, pienso que debo anular de mi lista los tenedores, eso, debo evitar repetirme pues ya saben lo que dicen. "Reinventarse o morir", y aún me quedan cosas por hacer; no es momento de morir.... aún no.

Odio que suene el teléfono mientras como, odio tambien que suene cuando me estoy dando una ducha, a mitad de la noche y a las 6 de la tarde mientras leo.

Seguro es ella, siempre supo lo que me molestaba.
-Ciao! Massimo como estas?
Mientras mi corazón arde y el brazo del tenedor se encaja cada vez más en la palma de mi mano, provocando que sea sólo cuestión de tiempo que mi mano resienta el dolor y la sangre, contengo la respiración y contesto con tono seco.
-Todo bien gracias. ¿Sabes que me gusta de lo que hago?
Pero si no haces nada, ya no tienes trabajo.
-Me asignaron uno nuevo, con contrato a 12 meses, planeo la estrategia y llevo a cabo el proyecto a fin de mes.
Me alegro
-Oh no sabes cuánto más me alegro yo. Bueno... estoy comiendo, hablamos.
Ciao! Massimo, no desaparezcas de mi vida.
Me cago en todo! digo mientras azoto el teléfono con la pared.

Recobro el aliento y la postura.

...Pero que bueno esta el vino, lástima que sea francés.